Policiales

Kiosquero sobrevivió a dos disparos: “Me salvaron los paquetes de chicle”

Cristian fue víctima de un violento robo en la avenida Jacinto Peralta Ramos al 700, en el que dos delincuentes, armados dispararon en dos oportunidades, sin llegar a herirlo y luego huyeron. "Sentí que me podían haber matado, así es acá en todo momento".

Sentí que me podían haber matado“, dice Cristian, el kiosquero que se salvó de un violento asalto ocurrido el lunes a la tarde en el que dos delincuentes le dispararon, sin llegar a herirlo, y huyeron luego de que se defendiera con gas pimienta.

La avenida Jacinto Peralta Ramos al 700 es una zona comercial y concurrida durante el día. En tal solo 100 metros hay panadería, dietética, kiosco, carnicería, veterinaria, un supermercado y otros negocios de barrio. Circulan tantos autos y colectivos que el tránsito es denso y hasta es difícil encontrar un espacio para estacionar un día de semana cualquiera.

El kiosco en el que trabaja Cristian está a unos metros de la esquina de Irala en dirección hacia Mario Bravo y la gente entra y sale en todo momento, porque allí además se carga la tarjeta SUBE y se cobran servicios e impuestos. En la pared exterior del kiosco se puede ver un cartel que indica que la zona está vigilada por las cámaras de seguridad de la Municipalidad y en el interior se ve un afiche con la leyenda: “Sonría, los estamos filmando“.

A pesar de la gente, autos, colectivos y cámaras, la inseguridad está más presente en la zona que los policías. María, una vecina del barrio dice que “hay que cuidarse” cada vez más, que a ella ya le quisieron robar hace unos pocos días y que en cada momento llega la noticia de un nuevo asalto. “Esto parece tierra de nadie”, dice mientras vuelve a su casa con un changuito con las compras, ya que no se anima a salir cuando cae el sol.

Pasaron menos de 24 horas del violento robo en el kiosco, el sexto asalto en el lugar en lo que va del año, y Cristian trabaja como si nada hubiese pasado, porque, a pesar de que lo pudieron haber matado unos delincuentes, tiene que trabajar igual.

“Nos vamos acostumbrando a que pasen los robos a cada rato”, cuenta Cristian a LA CAPITAL entre que atiende a un cliente y a otro y agrega: “Sentí que me podían haber matado, porque es así todo momento, estamos solos, no hay seguridad. Acá siempre pasa algo, en esta cuadra siempre a alguien le están robando“.

Me salvaron los paquetes de chicle“, dice Cristian y muestra los Top Line de menta salvadores.

El robo fue el lunes a las 14.20. Cristian estaba solo en el kiosco cuando entraron dos ladrones armados. Se acuerda la secuencia: le pidieron el dinero, pero no reaccionó y entonces uno de los delincuentes le disparó una bala que impactó en los paquetes de chicles. Ahí el kiosquero tomó un tubo de gas pimienta y le roció en la cara a los asaltantes.

“Primero le tiro el gas al que me había disparado, después al otro. Entonces se van y ya con el efecto de gas pimienta me apuntan y disparan, pero el tiro les sale para arriba y no me pega”, explica la víctima, quien agrega que a los ladrones se les escapó otro disparo que impactó en uno de ellos.



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Cuando se fueron los delincuentes, el kiosquero accionó el botón antipánico, pero no funcionó y la policía solo llegó al lugar luego de que una mujer llamara al 911 al escuchar los disparos. Tras hacer la denuncia, Cristian cerró el kiosco, ya que había quedado alterado y con bronca, sobre todo bronca. “No me siento seguro, no me siento cuidado, siento que acá puede venir cualquier a hacer lo que quiera y no tenemos seguridad para nada”, dice.

“No tengo miedo, es más impotencia y bronca. Un policía me dijo: ‘Vos no tenés que hacer nada, tenés que llamarnos a nosotros’. Pero yo toqué el botón antipánico y no vinieron, cuando los llamaron tardaron 20 minutos en llegar. No puedo esperar ese tiempo mientras tengo a alguien con un arma apuntándome para tirarme”, explica Cristian a LA CAPITAL, mientras en la vereda espera personal de Policía Científica para hacer las pericias en el kiosco, tras casi un día de ocurrido el robo.

Siempre hay un pretexto para no darnos seguridad, acá tiene más derechos el ladrón que la persona honrada que trabaja“, concluye Cristian, quien este año ya sufrió seis robos en el kiosco.

En la cuadra de Jacinto Peralta Ramos al 700 a toda hora pasa gente que viene y va, cruzan autos, colectivos y cámaras de seguridad públicas y privadas filman a los ladrones, que a pesar de todo parecen sonreír mientras cometen asaltos.

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